Los conflictos del hombre con la
naturaleza empezaron cuando éste comenzó a pensar. Se trataba de una especie en
vías de extinción que no encontró otra forma de evitarlo que desarrollando su
inteligencia. Pero no se trataba de un evento pasajero si no que los peligros
crecía en vez de desaparecer. Esta situación de riesgo permanente obligó a la
especie humana a seguir perfeccionando su inteligencia, que de no hacerlo, la sentencia
de su extinción se hubiera cumplido. En ese proceso la inteligencia creció
tanto que terminó adquiriendo conciencia de sí misma y actuando, por lo tanto, como
un ente autónomo independiente del organismo humano. Al final, más que el hombre,
la que terminó chocando con la naturaleza fue su inteligencia, buscando a toda
costa su propia salvación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario