sábado, 10 de noviembre de 2012


CUBA, HACIA UN SOCIALISMO ECOLÓGICO.

Para poderse desarrollar el capitalismo moderno tiene que crear sus propias condiciones, y eso no se consigue sino avivando al máximo el individualismo de la gente, por encima, incluso, de los intereses de la humanidad. Su enfoque es la individualidad, y no la especie, por eso su creatividad es estar inventando necesidades que no son tales y promocionándolas en el cerebro como necesarias a efectos de que el individuo, que es el que las produce, también sea el que las consuma. 

Como la lógica del capitalismo es el enriquecimiento, y no existe más fuente de riqueza que la propia naturaleza, ésta termina siendo la víctima expiatoria de su voracidad, quedando convertido el capitalismo en el más antiecológico de todos los sistemas. El individualismo es producto de la evolución racional del ser humano, por eso resulta casi imposible erradicarlo, no obstante hay individualismos de individualismos: no es lo mismo ser individualistas en los terrenos económico y político que serlo en los campos de la cultura, la ciencia, el deporte, la religiosidad y otras actividades del ser humano. Mientras que en los primeros el individualismo es violento y recalcitrante, en los segundos, es moderado, y si es imposible dejar de ser individualistas es mejor serlo en el segundo caso que en el primero. Más que cualquier otro individualismo el sistema capitalista prioriza el económico porque finalmente el que produce y consume mercancías  es el individuo. El objetivo del capitalismo es que cada individuo de la especie se convierta en una máquina de producir mercancías y de consumirlas. Esa es la impronta que le quiere marcar el capitalismo a la sociedad. 

Por eso, un individualismo que no se sume a ese individualismo económico se torna peligroso para dicho sistema. La individualización, en general, no ha resultado conveniente para la especie humana pero menos lo ha sido la económica a que nos referimos. Es ésta, por lo tanto, más que las otras, la que nos puede conducir al colapso definitivo. Por eso es por lo que afirmamos que el capitalismo es el camino más corto hacia el infierno, y porque en el fondo todos somos individualistas, es por lo que podemos sucumbir a los encantos de ese capitalismo. Como individuos y como sociedad, por supuesto, y casos se han visto. Esa es la causa por lo cual le hacen menos daño al medio ambiente los estados que practican el socialismo que aquellos que practican el capitalismo. No resulta, pues, descabellado imaginarse que un sistema socialista, como el de Cuba, que prioriza más al hombre que a las fuerzas del mercado, pueda comprometerse más a fondo en la defensa del medio ambiente y la biodiversidad que el capitalista, que solamente se vestirá de verde el día en que la biodiversidad se convierta en una mercancía más generadora de ganancias Por eso Cuba es un país más ecológico que los países capitalistas, sin importar el grado de desarrollo que éstos ostenten. Aun cuando la ecología no ocupe un lugar destacado en su régimen legislativo, sí es Cuba, de todos los países de la región, el que puede asumir una conducta ecológica más pronta, profunda y efectiva.  

Mirando solo el aspecto ecológico, Cuba no ganaría nada permitiendo la entrada del capitalismo, y menos, el capitalismo transnacional. No hay que olvidar que el camino más corto hacia el infierno es este sistema, y la ventaja de los otros es que son sistemas más amables con la naturaleza y le otorgan a la especie humana la posibilidad de vivir más tiempo y en mejores condiciones. Aquí no se trata de evitar el colapso sino de hacer que éste sea lo menos traumático posible.
Nuestras palabras no son una defensa a ultranza del socialismo cubano sino que, en términos ecológicos, es el que más puede comprometerse con la defensa del medio ambiente, que es actualmente el problema más serio que enfrenta la humanidad. El socialismo enseñó a los cubanos a vivir con austeridad sin los atafagos estresantes del consumismo capitalista y sin mostrar esos niveles de desigualdad, miseria y criminalidad que presentan no solo los países con regímenes capitalistas atrasados sino gran parte de los adelantados; esa tranquilidad y la eficacia del sistema de salud imperante, es lo que ha permitido que las expectativas de vida del pueblo cubano estén por encima del 80%. Los cubanos, hoy, nos pueden dar ejemplo de cómo se puede vivir sin atropellar a la naturaleza, al estilo criminal de los países capitalistas, sean éstos desarrollados o no. Las voces –no todas de mala fe, por supuesto- que claman porque Cuba le abra las puertas a la penetración capitalista, a nombre de la libertad económica, la están condenando a que se sume a la corriente predadora que tiene en ascuas a la biodiversidad del planeta. Preferible ver a los cubanos marchando hacia un encuentro amigable con la naturaleza que sucumbiendo a los cantos de sirena de un capitalismo desbordado disfrazado de redentor. Para la biodiversidad del planeta el socialismo cubano puede ser la lucecita al final del túnel, mientras que el capitalismo moderno sigue siendo la entrada segura a un túnel sin salida. El socialismo cubano no puede seguir los pasos del socialismo chino, que terminó siendo un socialismo capitalista que está compitiendo con el capitalismo transnacional de las potencias occidentales en la destrucción masiva del medio ambiente.  

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